domingo, 14 de marzo de 2010

Toca huir

Me acerqué lentamente a aquel señor trajeado del bar situado a la periferia de la ciudad. Parecía que estaba solo, y que iba a estarlo en aquella noche.
Mi vestido de terciopelo verde opaco no llegaba ni a la rodilla y dejaba ver un gran escote. Me senté en la barra cerca de él. Pedí una copa la cual no podía pagar y ladee mi cabeza hacia el señor.
Era tal y como lo imaginé. Antes incluso de mirarlo. Llevaba un traje algo descuidado. Su pelo marron caoba le llegaba hasta sus orejas. Llevaba gafas de pasta y la corbata hacia juego con su camisa. La chaqueta del traje se encontraba en la barra y su codo sobre esta, dejaba caer su cabeza sobre su mano, mientras con la otra mano, le daba vueltas a su vaso de cerveza.
Se percató de que le miraba y giró lentamente su cabeza para mirarme.
El acto común sería retirar la cabeza al ver que te observa a quien tu estabas observando. Llevé la contraria y mantuve la mirada fijamente, mientras le dedicaba la mejor de mis sonrisas.
Un nombre, un saludo, otra sonrisa picara, una mirada juvenil y dos copas más.
Poco más me hizo falta para convencerle.
Un BMW negro nos esperaba a las afueras del bar. Cuero gris. Musica de Chaikovsky. 10 km en la autopista. Chalet, plantas trepadoras. Un ambiente encantador.
Todo un caballero.
Me abrió la puerta del coche y me ofreció su mano. Mis zapatos de tacón sonaban en las baldosas de cerámica que decoraban el suelo.
Aquel hombre estaba consiguiendo enamorarme.
Decidí que aquel día... no tocaba ser la sucia barata que solía ser siempre. Tocaba un cambio.
"¿Por qué no intentarlo?"

La puerta de su casa.
Las escaleras hacia su cuarto.
Poco más pasó.
No dejé que pasara.
Deseaba todo lo que le rodeaba a él.
La diferencia de edad era minima.
Nada me importaba aquel día.

Pero sabía... que para él, como para todo el mundo, solo era alguien... con la que pasar el tiempo.



...La mañana siguiente. Fue perturbadora.
No me había levantado en mitad de la noche. No había huido. No había robado algo de dinero y había salido por la puerta de atrás.
Estaba agusto entre esas sabanas de seda.
Pero.... no podía quedarme..

2 comentarios:

  1. Que increíble, me encanta el ritmo rápido del ''viaje''.
    Sí, a veces hay que arriesgarse, y a veces no se hacen las cosas que se querían.
    Pero hay que vivir, que es lo importante :)

    Un beso! :D

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  2. A veces no podemos cambiar como nos gustaría, ciertas costumbres cuesta quitarlas, incluso si estas nos desgradan. Me alegro de que al final ella no robara nada y volviera al buen camino.
    Tu blog es adorable.
    Besos.

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