Algo me levantó. Noté que mis piernas ya estaban entumecidas debido a los golpes. Me incorporé lentamente de aquella cama con mantas de seda.
“Este era rico”
Aunque poco más pude pensar. El dolor de la espalda persistía. Se había dedicado a arañarme. Todo tiene un precio. Intenté no hacer nada de ruido al levantarme. Mis pertenencias se encontraban dispersas por la habitación. Mi vestido de tirantes azul, me indicaba que hoy era viernes.
Me vestí rápidamente, sin olvidarme nada por ponerme. Abrí la mochila y me dispuse a empezar a meter lo suficiente como para poder sobrevivir hasta esta noche. Algo de comida del frigorífico, el cual solo contenía algunas frutas y alguna lata con bebida, algo de la despensa, pan y una caja de cereales. Después busqué como una loca algo de dinero.
No me gustaba ser la típica puta barata que se aprovechaba de los clientes, o que robaba por robar, por eso intentaba nunca coger dinero. Pero esta situación se había vuelto algo ya necesitada y respeto más mi vida que la de cualquiera.
Vaya... maldita realidad. Nos hace creer que la ley del más fuerte es la que debe predominar.
ResponderEliminarUn beso.
Ala, que textazo! me gusta!
ResponderEliminarun beso.
Es que si no te repetas tú a ver quién lo hace.
ResponderEliminarBeso :)
Ay, dile que le doy la mitad de mi plato de macarrones, para que no le de hambre.
ResponderEliminar(mimoenlamejilla)